Hacia una Arquitectura Ecologica



 Pensar en una arquitectura ecológica, es pensar el edificio como un organismo vivo interactuando en un determinado ecosistema.

– Construyendo con materiales con baja "energía incorporada": con esto nos referimos a un valor, de referencia, que se le asigna a un determinado producto. Este valor nos demuestra cuánta energía "incorpora" en el proceso de extracción, procesamiento, manufacturación y transporte. Las sociedades industriales han creado justamente una extensa red de canales, donde cada proceso es autónomo uno del otro. A esto se lo llama desarrollo. Sin embargo es un modo de producción altamente contaminante y de un tremendo derroche de energía. Cada vez somos más ajenos de todo el proceso que recibió ese producto terminado que recibimos en casa, poco podemos saber de su calidad, y de las implicancias de cada una de sus etapas.
Tener en cuenta estos cuatro ítems: integración al ecosistema local, ahorro de energía, reciclar los excedentes y energía incorporada a los materiales, nos lleva a un enfoque ecológico profundo hacia la naturaleza.
Con el Hombre:
La nueva relación con el ser humano es pensar al edificio no sólo como respuesta a una función y a una estética particular, sino que además sea un hábitat tanto para la salud del cuerpo como para el espíritu.
Hablamos ahora de una arquitectura en relación armoniosa con el hombre. Una construcción pensada como un organismo vivo que respeta las leyes naturales, será por ende un edificio sano para el hombre. Lo mismo sucede cuando cultivamos vegetales en forma orgánica, no sólo estamos respetando a la Tierra sino que no intoxicamos nuestro cuerpo con productos químicos.
Un edificio sano es aquel que está libre de elementos tóxicos, y además es flexible y posee los recursos necesarios para responder a las agresiones como a las oportunidades. Del mismo modo que un cuerpo saludable es el que está ausente de enfermedades y también es dinámico, tiene vitalidad.
Tomemos por ejemplo un muro, por un lado es el límite del afuera y del adentro, y por el otro, regula la humedad, la evaporación, el paso del calor y del frío: es un elemento vivo, que "respira".
Si nuestra segunda piel son las ropas con que nos cubrimos , la tercera son estos muros. Y así como elegimos telas y lanas naturales, libres de sintéticos, de la misma forma, al construir esta tercera piel con materiales naturales porosos, sin productos sintéticos o químicos, otorgamos a nuestro hábitat una calidad superior: un clima sano y "vivo".
Uno de los grandes problemas actualmente en la construcción es la cantidad de productos tóxicos que se utilizan : formaldehídos, pegamentos, pinturas sintéticas, espumas aislantes, materiales plásticos, barreras de vapor, son algunos de los que despiden al ambiente vapores nocivos a nuestra salud. Esto se agrava con los edificios herméticos debido a los sistemas mecánicos de acondicionamiento del aire y las superficies y aberturas cada vez más impermeables. Estos gases y vapores quedan concentrados en el ambiente provocando a largo plazo enfermedades como alergias e infecciones en sus habitantes.
Una arquitectura para el espíritu crea belleza a través de espacios, formas, luces, texturas, colores, sonidos y aromas, en íntima relación con las personas que habitan el edificio y las funciones que desarrollen, para hacerlos participes de un espacio gratificante.
La belleza es de enorme poder curativo. Rodearnos de un entorno hermoso, en unión con la naturaleza, crea en nosotros un tipo de vivencia ‘vivificadora", al contrario de lo que podemos sentir en uno de los típicos edificios anónimos, en los cuales la mayoría de nosotros nos hemos acostumbrado a vivir.
Pensar así nuestro hábitat es parte de una propuesta global, de vivir una vida en armonía con la Tierra, en estrecha relación con la Naturaleza, en la búsqueda de una mayor salud personal y planetaria.
"Cuando tenemos presente nuestra conexión con la tierra, con el ciclo, con la vida, nos energizamos y nos sentimos parte de todo cuanto nos rodea" ( Margo Adair).
Vivimos en una época en la cual, más que en otras, existe la inquietud por el bienestar humano y planetario. Esta tendencia se manifiesta desde diferentes ámbitos: en la medicina, en la alimentación, en la agricultura, en las psicoterapias, en la educación, etc., e incipientemente en la arquitectura.
La arquitectura comienza también a querer formar parte de esta conciencia, diseñando y construyendo en contacto más estrecho con la Tierra y con nosotros mismos.
Si pensamos en el universo como una serie de fenómenos interconectados, entonces cada una de nuestras acciones, aún la más pequeña, repercute en lo demás. De la misma forma, la construcción de un edificio resulta una interrelación con el entorno y con el ser humano.

Tradicionalmente un edificio se concibe de acuerdo a una función, una técnica y a ciertos preceptos estéticos. Se inserta el objeto en un determinado contexto, algunas veces teniéndolo en cuenta y la mayoría de ellas como algo autónomo, sin ningún lazo.fuente : Arq. Mariana Vidart